sábado, 27 de septiembre de 2008

PERDIDA EN MI SEVILLA

Quiero perderme en Sevilla
cuando brote el azahar
en un rincón de su parque
y ver a la Paz pasar
camino la catedral
con su paso elegante.

Quiero perderme en Sevilla
un lunes por la tarde
en la calle San Vicente,
y apretada entre la gente
sentir sus penas clavarse
que reo lo llevan a muerte
y no quiero que eso pase.

Quiero perderme en Sevilla
que mi alma llegue al Cerro,
y compartir los dolores
que su virgen lleva dentro.
Dejad por un momento
que la emoción me aflore
en ese barrio cofradiero
que se deshace en amores.

Quiero perderme en Sevilla
por la plaza San Lorenzo,
que el Cristo del Buen Fín
dicen que pasa por allí
y voy a calmar el sufrimiento
que lleva antes de morir.

Quiero perderme en Sevilla
y hacerme un huequecito
en la plaza del Salvador,
que ni yo misma me explico
lo que siento cuando miro
al Señor de la Pasión.

Y el viernes por la mañana
no perderme en otro sitio
que no sea mi Triana,
que tres caídas ya ha dao
y quiero ver levantao
antes que llegue a Santa Ana
a ese lirio morao.

Quiero perderme en Sevilla
con cansancio ya en el cuerpo,
para ver la terrible agónía
que en plena calle Castilla
va mi cristo padeciendo
con una Triana rendía
a la cruz de sus lamentos.

Y el sábado por la noche
llegar corriendo a San Lorenzo
para pedirle a la Soledad
que nunca acabe con esto.
Que nos traiga de su mano
cada nueva primavera
lo que mi pueblo más anhela:
un domingo de ramos.








































































MI SUEÑO

Mi sueño siempre fue
una casita en Triana,
donde cada despertar
unas valientes campanas
con aires de arrabal
lanze al viento Santa Ana.

Mirar al río desde el puente,
santigüarme en la capillita,
y adentrarme por Altozano
en mi Triana bonita,
que es sueño de sevillano
tenerte siempre cerquita.

Pasear por calle Betis,
rezar en calle Castilla,
y postrarme en San Jacinto
ante esa Estrella que brilla,
para sentirme distinto
entre tanta maravilla.

Y al llegar a calle Pureza
dejar anclada mi alma
para siempre sin reserva,
en ese puerto de solera
donde Ella siempre aguarda
al marinero que llega
buscando con fe certera
el barco de su Esperanza.